Muchos de nosotros establecemos diversas relaciones a lo largo de nuestras vidas. Tenemos familia, amigos, novios, amantes, esposos, en fin, creamos vínculos con muchas personas a nuestro alrededor. Lo gracioso de todo es que aunque en muchas de éstas ese “cordón umbilical” es más fuerte, tratamos de que muchos de nuestros valores se reflejen en la convivencia con las personas que nos rodean.
Siempre me ha llamado la atención ver como se repiten algunos patrones entre las personas (y me incluyo), pero lo que me motiva a escribir esto, es eso que llaman SINCERIDAD. A lo largo del camino he conocido un sinfín de personas que, como es normal, han aportado cosas buenas y otras no tan agradables a mi vida, pero lo que nunca han logrado estas experiencias es alejarme de la persona que soy y de los sentimientos que te tengo. Sé que muchos dirán al leer este post que por eso es que muchas veces salimos “jodidos”, pero aunque no niego que sea así, no me parece razonable perder nuestra esencia porque hayamos tenido experiencias poco favorecedoras con algunas personas. Ahora bien, si siempre te sientes jodido, defraudado y decepcionado de cada nueva relación que estableces, creo que es hora de hacer una pausa, “mirar los toros desde la barrera” y revisarte. Porque a menos que seas un hombre (o mujer) de las cavernas o que tu adaptación social esté comprometida por alguna enfermedad o algo así, es evidente que tienes un problema.
A menudo tenemos un hermano o familiar, un amigo o un novio, un esposo o un amante que es más afín con nosotros y que por ende, se convierte en una especie de confidente, es esa persona que te escucha durante horas y que sabe hasta tu más mínimo secreto. Eres capaz de “ser tú mismo” y aun así te sientes “seguro”. ¿Pero qué pasa cuando esa persona te traiciona? ¿Qué cambia dentro de ti? O mejor aún, ¿qué pasa si descubres que a pesar de ser transparente y sincero, te das cuenta que no lo son contigo? Ahí es donde empieza el meollo de las cosas… Sinceramente, ya me ha pasado en varias ocasiones y simplemente me vuelvo desconfiada. Quizás no deje de tratar a esas personas pero no le confío mis cosas importantes… simplemente no se lo merecen. Pienso que cuando tenemos un amigo o una relación que nos importa de verdad, la confianza y la sinceridad son un pilar fundamental ante todo. No importa si lo que viviste o hiciste pasó hace años o hace un minuto, cuando realmente eres sincero y compartes TODO con esa persona, no hay cabida para el engaño, la negación de los actos o las mentiras.
En mi caso particular, siempre trato de ser como soy delante de quien sea, digo las cosas como las pienso y no me avergüenzo de lo que he hecho, eso no significa que no soy cuidadosa a la hora de escoger mis amistades o expresar mis sentimientos, lo que sí sucede es que, aunque nuestro instinto siempre nos obligue a estar alerta ante las amenazas, para mi es primordial mantenerme fiel a mi esencia y a lo que soy. Cuando decido ser sincera con alguna persona lo hago sin miramientos y por supuesto, espero que las personas aprecien eso (sí, porque aunque quieran autoengañarse, TODOS esperamos algo de alguien) y así es como siento que de verdad me pueden conocer. Nunca seré partidaria de esas personas que en un sitio o delante de alguien son de una manera, y a los cinco minutos y de la mejor manera “camaleónica” se convierten en alguien totalmente opuesto.No hay que olvidar que entre cielo y tierra no hay nada oculto, y que en algún momento la vida puede ponerte en evidencia si siempre acostumbras a mentir porque te parece que “no es importante”.
Ya he visto caer muchos ídolos ante mis ojos, personas a las que he apreciado y querido realmente, que aparecen después con cuentos de un “pasado oculto” que nunca quisieron revelar por dársela de serios. Lo cierto es que quedan al descubierto en muchas ocasiones de la manera más tonta posible. Por supuesto, también están los que CREEN que se la saben todas y que nunca le van a descubrir la mentira, y también caen. Y mis favoritos para desenmascarar son los que tienen una relación contigo, saben todo de ti, SUPUESTAMENTE han sido sinceros, han jurado hasta por los “clavos de Cristo” que no han roto de ni un plato, y luego les consigues la vajilla entera rota. Éstos son los peores, porque aparte de que te mienten, se sienten seguros de que uno tiene cara de pendejo, y como siempre digo: “Una cosa es tener la cara y otra serlo”, así que ¡pilas! porque van a terminar como los propios bolsas, al descubierto y con una relación menos. Nunca subestimen a quien le están mintiendo, se podrían sorprender.
Lo cierto del caso es que particularmente, me parece más sensato ser sincero, total, lo que hayas hecho es parte de tu pasado, de lo que te hizo crecer como persona, y probablemente, esas mismas experiencias te han ayudado a corregir errores y a aprender en el camino. Además, ¿qué tanto te avergüenza tu pasado? ¿O es que arrastras un cabo suelto que no quieres cortar definitivamente? ¿O prefieres dejar las ventanas abiertas porque “nunca se sabe”? Ahí se los dejo…
La honestidad es un regalo costoso, no se espera de personas tacañas 😉
La honestidad a veces puede causar problemas (Yo lo he vivido en carne propia)…
En la actualidad, yo creo que empieza a existir también algo para mi llamado «la intolerancia a la intolerancia», y es que nadie quiere que le digan las cosas malas pero todos quieren gritar sus opiniones de mala manera.
La intolerancia forma parte de lo que somos como humanos pero hay cosas que debemos saber decir sin dañar a los demás…